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Boards of Canada: La Materia De La Que Están Hechos Los Sueños
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author
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Javier Blánquez
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publication
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Go Mag
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date
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2005/11
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issue
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61
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pages
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32-36
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Original Text
Boards of Canada: La Materia De La Que Están Hechos Los Sueños was an interview (in Spanish) by Javier Blánquez originally published November 2005 in Go Magazine Number 61.
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Boards of Canada: La Materia De La Que Están Hechos Los Sueños
Texto: Javier Blanquez
Fotografías: Peter Iain Campbell
No iremos ahora a descubrir por qué Boards Of Canada es un grupo esencial y un faro necesario para quienes escuchan música -podríamos añadir electrónica, pero sería un dato irrelevante, ellos están ya por encima de géneros. Durante siete años y tres discos, sus atmosferas de ensueño y sus melodías capaces de poner el brazo como la esencia de la escarpia han acompañado nuestras noches y nuestros días, y cada vez que un nuevo disco se retrasa notamos ese vacío de estomago propio del amor o el desamparo. Como les necesitamos, por fin han decidido darnos alimento y han publicado un tercer disco arenoso y austero, "The campfire headphase". Un nuevo misterio que nos Llevó hasta su mismísima Escocia para obtener respuestas.
In a Beautiful Place out in the City
"Creía que érais fantasmas, que no existíais de verdad". No es lo mejor que se le puede decir de entrada a dos personas cuyos discos son como el aire que hemos respirado toda la vida, pero así es como empieza esta conversación. No había otra forma. Sonríen, como diciendo 'pues aquí estamos'. Son normales, visten como cualquier otra persona, con un estilismo urban de ropas anchas y colores claros; llevan anillos en sus dedos, gel fijador de efecto mojado en el pelo, las barbas de dos días perfectamente estudiadas; no son monjes ni espectros. Son personas corrientes, con la diferencia de que graban para Warp y los demás no. ¿Dónde estamos? ¿Qué hacen Boards Of Canada aquí? Fuera llueve y el suelo brilla con el relente de las farolas en la caída de la noche. Dentro se está bien y suena una música horrible; es una cafetería de Edimburgo de sofás mullidos, y Michael Sandison, a la derecha, y Marcus Eoin, a la izquierda, se han manifestado en carne y hueso mientras beben té con leche y zumos naturales.
Especialmente cuando empezamos a trabajar con Warp, decidirnos que no queríamos identificar nuestra música con una cara, porque cuando ocurre eso la personalidad del artista se pone por delante de la música y eso diluye toda su efecto,
cuenta
Sandison para justificar un aislamiento casi ascético que les ha mantenido en una penumbra, en un semi-anonimato, durante más de una década.
El problema,
prosigue
Eoin,
es que cuando borras tu identidad, desapareces, y eso da pie a todo tipo de especulaciones sobre quién eres. Pero ahora que la gente acepta nuestra música, no hay necesidad de esconderse para protegerla. La ambigüedad de antes ya no es tan vital.
Sí, los misteriosos Boards Of Canada ya no se esconden. Son de verdad y han decidido conceder una de esas muy raras entrevistas que dan cara a cara para explicar todo lo que haga falta sobre el misterio que parece rodear a su vida y su obra y, por supuesto, explicar los pormenores de "The campfire headphase" (Warp / PIAS, 05), su tercer disco en ocho años y un giro sutil a un discurso musical que si antes había basculado alrededor de la electrónica abstracta, el hip hop color sepia y las melodías de ensueño, ahora es más de lo mismo -e igualmente sublime en los momentos clave- pero con ese elemento folk telúrico y cubierto de hiedra que ya empezaba a adoptar preeminencia en los rincones más opacos del fascinante "Geogaddi" (Warp, 02). En efecto, si algo ha permanecido como elemento inalterable en la música de Boards Of Canada durante quince años -recuerden que Michael Sandison y Marcus Eoin llevan haciendo música desde comienzos de la década pasada, publicando cassettes en ediciones limitadísimas en su ahora inactivo sello Music70- es una psicodelia musgosa y en tonos verde turquesa, heredera del viejo folk inglés de principios de los setenta y barnizada con electrónica que busca sobre todo sonar antiguo, como un recuerdo de hace treinta años que aparece en el fondo de un baúl.
Si vieras los discos que tenernos en nuestra colección,
sostiene
Michael,
comprendrías mucho mejor nuestras fuentes. Siempre estamos buscando algo nuevo, aunque sea de hace treinta años, porque somos ese tipo de personas que se aburren muy rápido de lo que ya conocen. La música electrónica quizá es el área que tenemos menos explorada, a nosotros siempre nos han influenciado más híbridos extraños y desconocidos. Hay gente que se sorprendería al saber que admiramos a Stevie Wonder y a Marcos Valle, que nos alucina la música brasileña. Pero es por una razón: esa es música que llena el espacio.
Quien haya escuchado, aunque sólo sea una vez y sin profundizar, a Boards Of Canada, sabrá perfectamente entender de lo que habla Michael Sandison. Toda la obra precedente a este "The campfire headphase" viene precedida por una búsqueda de un espacio concreto y delimitado; un espacio amplio el que suceden cosas, en el que corre el aire o entra el sol y donde el tiempo parece quedarse congelado, o estático, cubierto de polvo; es en esa reclusión cuando aparece la esencia de Boards Of Canada, las emociones, los recuerdos, la oscuridad o la penumbra, los fogonazos de deja vus que nunca sucedieron. Uno escucha a Boards Of Canada y se siente como ese niño que sube una escalera de madera, se sube al desván de la casa del abuelo y descubre, entre telarañas y carcoma, un tesoro de antaño en forma de libros, viejos discos de piedra y utensilios del hogar abandonados. Para saber si con su tercer álbum lo han vuelto a conseguir, sólo basta con acudir a dos piezas: "Peacock tail" y "Dayvan cowboy". Y entonces suspiras de alivio, porque la espera, una vez más, ha valido la pena.
Un Pasado Verde Turquesa
Además de llenar el espacio, la música de Boards Of Canada llena el tiempo. A su manera, los escoceses son como la cara inversa de Kraftwerk: si Ralf y Florian querían recrear un futuro a partir de máquinas, un futuro que nunca tendrían y que les daba pie a una mirada melancólica y aventurera, Boards Of Anada imaginan un pasado que nunca existió y que, por tanto, nunca les ha pertenecido. La supuesta nostalgia de una edad perdida que siempre ha sido un tema de discusión acerca de "Music has the right to children" (Warp, 98), por ejemplo, no es en absoluto real, sino imaginaria e idealizada.
¿Verdad que no tenemos pinta de ser dos tíos con problemas de identidad que buscan su infancia perdida?,
comenta
Eoin con una sonrisa.
Sandison va más lejos.
Si en un tema ponemos un cierto sentimiento, ese sentímiento puede y debe ser transferible a otra persona. Y entonces esa persona puede evocar recuerdos personales a partir de ciertos sonidos o melodías; grandes momentos de felicidad o tragedias, pérdidas de seres queridos. La música es combustible emocional, pero nuestras emociones no son las mismas que las tuyas. Esas imágenes de infancia... No son nuestra nostalgia, sino un recurso estético que despierta la nostalgia en los demás.
Boards Of Canada juegan con el tiempo. Sus temas los componen como quien cultiva viñedos y embotella vino: mimando su crecimiento, preocupándose por el sol y el buen aire, esperando al momento justo de envejecimiento para poder descargar todo el sabor. Ya desde el lejano "Twoism" (Music70, 95) y el magistral EP "Hl scores" (Skam, 96), un disco de Boards Of Canada parecía venir desde un pasado incierto y lejano; podía ser la edad media o los años ochenta, pero siempre era indistinguible y ancestral. "The campfire headphase" suena aún más viejo,
grabado con técnicas de los años setenta, al estilo de James Taylor, tiene un sonido no tanto folk corno de rock mainstream de entonces, sobre todo en las guitarras,
según
Sandison.
Pero no deja de ser nuestro sonido, ese en el que hay una capa de belleza por encima y otra de amargura por debajo, oscura y desasosegante.
Quienes han identificado a Boards Of Canada con un sonido pastoral y bucólico se dejan con esa definición la parte interesante del conjunto: la sombra, las voces espectrales, las atmósferas grises, la telaraña.
La descripción de `bucólico' es una simplificación, sin duda,
reconoce
Marcus.
Palabras como 'pastoral' y 'hippy'... no ha sido nunca nuestra intención. Me sugiere imágenes de quemar incienso y no me gusta.
Cada disco de Boards Of Canada es un color. "Hi scores" era azul marino, como aire fresco de la costa atlántica. "Music has the right to children" era verde turquesa, bello y rico, pero a la vez triste, y "Geogaddi" era un naranja atardecer, una mezcla entre calor y frío, como de tristeza por verse ir el sol mientras se contempla su belleza. "The campfire headphase" es entre amarillo y verde, como el trigo o como la arena. Dice
Michael Sandison al respecto:
es cierto, hay una especie de aproximación sinestésica en lo que hacemos, y cuidamos mucho el diseño de los discos por fuera para que expresen el estado de ánimo de la música por dentro. 'Music has the right to children' era un disco a cielo abierto, y `Geogaddi' era más claustrofóbico. Este nuevo disco lo veo como un desierto, espacioso y cálido. Pensamos las canciones mucho en términos de paleta de colores limitada, y quizá por eso 'The campfire headphase' ha salido decolorado, como si le hubiera caído encima un chorro de lejía.
El nuevo disco, en efecto, suena acústico -con guitarras rasgueadas colocadas sobre samples de percusión real y ráfagas ambientales que son como aire caliente, tan electrónico como folk y dando lecciones incluso a Four Tet de cómo se innova y se maravilla en la folktrónica. Boards Of Canada asumen incluso una conexión con la Gran Bretaña mágica del folk de los setenta, con las referencias a vegetación y ligazones con el mito romántico. Una vez más, fuera del tiempo.
La Geometría del Emo
¿De dónde más viene la emoción que se palpa en cada segundo de Boards Of Canada? No es tan sólo una feliz entramado de melodías, ambientes y alusiones a la cara oculta del corazón. Debe haber algo más. Como padres de toda una generación de artistas electrónicos escoceses -Christ, Marcia Blaine School For Girls, Frog Pocket; los sellos Benbecula y Dalriada-, sería de imaginar que el país, el paisaje y el paisanaje tienen algo que ver.
Podría ser,
reconoce
Sandison.
Veo en la música de todos nosotros una combinación entre la naturaleza y también quizá experiencias a las que todos nos hemos visto expuestos en este país,. puede ser la escuela, o la televisión. Cuando éramos jóvenes daban mucha ciencia ficción en la tele.
Y a la vez,
prosigue
Eoin,
todo lo depresivo que tiene Escocia. El paisaje es bonito, pero fuera llueve y hace frío, y cuando no te diviertes fuera te quedas en casa y te imaginas un mundo mejor. Piensa en Cocteau Twins... ellos eran de un pueblo gris e industrial llamado Grangemouth. Si la música escocesa es frágil y escapista también es por cosas como estas.
Uno de los títulos más bellos de "Geogaddi" era el que decía music is math'. Un perfecto resumen de lo que son Boards Of Canada, una fusión de geometría y belleza, o belleza a partir de formas abstractas. Aseguran que hay una parte de ironía; sostienen que se resisten, según
Eoin,
a creer que la música sólo sea eso; es un título contradictorio, porque la música sí es matemática, como lo demostró Pitágoras, pero creo que hay una pregunta fundamental: ¿la música la inventamos o canalizamos algo que ya existe? Porque si la música es emoción sólo puede salir de uno, pero si es matemáticas, existe en algún lugar, es una simple combinación estadística, y el artista lo que hace es transportar la música de un lugar a otro. La contradicción es que también creemos esto último, que un disco de Boards Of Canada ya existe antes físicamente en alguna otra parte y que nosotros hemos captado una señal. Nos gusta pensar que ahí fuera hay estaciones de radio que emiten infinitas melodías al éter. Es la gran duda: nunca sabremos si la música la inventamos o la reconocemos.
Esto último ya lo dijo Platón, y hace dos siglos ya lo defendía Beethoven; la idea del músico como médium. Pero, en cualquier caso, lo importante es que, venga de donde venga, la música existe y está al alcance de nuestros oídos. Es mejor no escrutar más de la cuenta, porque no hay respuestas, y la búsqueda de las mismas nos podrían volver locos. Nos podríamos convertir en un personaje de Lovecraft. Un disco de Boards Of Canada es un puzzle infinito de referencias, sensaciones y mensajes. A quienes no comprendieron la pasada referencia en estas páginas a "Music has the right to children" como una caca de perro -hay una cosa que se llama hipérbole y otra que se llama ironía, chicos-, habrá que decirlo en cristiano: Boards Of Canada es la materia de la que están hechos los sueños. Y maldito sea el que intente despertarnos.
Cuatro mintos sobre Boards of Canada
Texto Javier Blánquez
Los fans somos lo peor, pero a la vez hemos -han, mejor dicho- elevado a Boards Of Canada al estatus de culto gracias a una situación de poder que no muchos grupos consiguen garantizar a sus seguidores: la impotencia. Boards Of Canada es uno de esos pocos nombres de los que es imposible tenerlo todo -ni siquiera en formato MP3, para quienes rastrean rarezas en el pájaro o en la mula-, y mucho menos saberlo todo. No se puede porque no dejan. El misterio en el que siguen envueltos, especialmente su pasado y sus intenciones, ha dado pie a una serie de mitos, especulaciones y comportamientos excéntricos que Sandison y Eoin han aceptado aclarar por propia iniciativa. Ha llegado el momento. ¿Listos?
1 ¿Existe Realmente Todo el Material Previo a "Twoism"?
La discografía oficial de BoC no comienza con el "Hi scores Ep" en Skam, sino mucho antes. El listado de referencias de Music70 incluye un álbum previo incluso a "Music has the right to children" -"BoC maxima" (96), limitado a cincuenta copias en CD y algunas menos en cinta; la mayor parte del material fue regrabado y reciclado posteriormente para el debut en Warp- y una serie de EPs de los que nadie ha tenido nunca noticia y de cuya autenticidad -las filtraciones en la red siempre han sido incompletas, muchos temas extractados y robados de las cortinillas de la web oficial del dúo- nunca se ha podido dar plena garantía. ¿Ha existido alguna vez algo titulado "Closes volume 1", o "Hopper bay", o el tan sugerente "Acid memories"?
Existen,
asegura
Sandison.
En su primera encarnación fueron cintas de cassette, y algunas las reeditamos en CD, pero las tiradas eran muy limitadas y sólo circularon entre amigos. Nos aseguramos muy bien de dárselas a la gente adecuada, en cuyas manos pudieran estar seguras; nunca le dimos nada a nadie que no conociéramos muy bien. Si alguno de esos discos se ha filtrado en internet es porque depositamos demasiada confianza en alguien o porque quizá distribuimos más cassettes de las necesarias, de algunos discos hay veinte treinta copias, pero de otros puede haber hasta cien.
En todos estos años,
continúa
Eoin,
sólo han circulado ampliamente por internet 'BoC maxima' y las dos recopilaciones de 'old tunes'. Pero no me sorprendería si el año que viene ya empieza a verse `Acid memories' completo por ahí. De todos modos, que según qué cintas nuestras permanezcan inéditas es un milagro; cuando las hicimos nunca imaginábamos que pudiera inventarse algo llamado MP3.
Ahora, un consuelo para los fans: aparte de un EP para el 2006, el plan más ambicioso de Boards Of Canada para el futuro es editar una caja con una amplia selección del material comprendido entre 1987 y 1995. "Quizá lo hagamos con Warp". Por favor.
2 ¿Por qué no Tocan Nunca en Directo?
De Boards Of Canada se recuerdan sólo tres conciertos: uno en la fiesta del décimo aniversario de Warp, otro en Escocia en un paraje natural y un tercero en una antigua edición del festival All Tomorrow's Parties y bajo previa petición de los chicos de Autechre. Desde entonces, nada. Pero ese silencio escénico va a cambiar, como mínimo el año que viene.
Queremos tocar,
confirma
Sandison,
pero queremos que sean fechas muy especiales y muy bien escogidas. Todavía no sabemos nada porque lo estamos hablando con Warp; ellos quieren que toquemos en Norteamérica y nosotros preferimos hacerlo en Europa, y no sabemos qué haremos al final. Pero si tocamos en Europa, nos gustaría que fuera en espacios especiales, en entornos naturales o en sitios bonitos. Igual hacemos algún festival, pero tienen que ser festivales que nos atraigan por alguna razón especial. Queremos que sea un directo analógico y trabajado, sin ordenadores ni softwares de por medio. No nos gustan los directos de laptop. La música electrónica tendría que recuperar un poco la fisicidad de entonces, ese tocar máquinas. Nos encantaría ir a Barcelona, por qué no.
iQue vengan, que vengan!
3 ¿ Incluyen Boards of Canada Mensajes Satánicos en sus Temas??
Los hechos: "Geogaddi" dura exactamente 66 minutos y 6 segundos -el número de la bestia-, y uno de sus temas se titula "Devil's in the details". El tema "Amo Bishop Roden" alude a una de las víctimas de la carnicería de Waco, cuando la secta de los Davidianos dirigida por David Koresh cometió suicidio colectivo antes de la entrada por la fuerza del FBI en la granja en la que se concentraban; escuchando con atención algunos tracks aparecen voces que deben reproducirse al revés, o parecen psicofonías; "Sixtyten", en "Music has the right to childen", incluye una serie de números recitados por una voz de niño que algunos fans, como si estuvieran interpretando la cábala, han intuido que esconden algún significado o mensaje secreto, como si fueran los números de "Perdidos"-ya saben, 4 8 15 16 23 42.
A veces hacemos cosas en los discos destinadas a provocar ideas o estados de ánimo; otras son pistas, trampas o elementos gratuitos que ponemos ahí para que la gente se interrogue sobre ellos. No
estamos metidos en ningún tipo de culto o religión oscura; es todo estética y juego,
explica
Michael Sandison.
Una voz de un niño, o un diálogo descontextualizado, pueden ayudar a dar ese toque oscuro que buscamos, con un componente subliminal: escuchas algo muy bonito y luego, por debajo, estás escuchando algo tan oscuro que te dan escalofríos. Pero la mayoría de las veces hacemos cosas como un chiste,
según
Eoin.
Si `Geogaddi' dura 66 minutos y 6 segundos es porque nos gusta acabar los discos con un largo silencio, y nuestro técnico de sonido lo vio claro y nos dijo '¿por qué no aprovechamos esta oportunidad para alargar el disco hasta 66 minutos y 6 segundos?' Y dijimos, 'pues claro'. No es un mensaje satánico: es una gran broma.
4 ¿Están locos sus fans?
Los fans de Boards Of Canada hacen cosas que, por ejemplo, nunca haría un fan de The Sean And Cake o Rocío Jurado. Antes de la salida de "The campfire headphase", hasta tres versiones distintas circulaban por Soulseek, y las tres eran falsificaciones, discos de fans imitadores que, aprovechando la coyuntura y las mínimas informaciones facilitadas del disco -número de temas, títulos- colgaron su música en internet para suplantar a los auténticos Boards Of Canada.
Me mandó un mail un amigo mío de Nueva Zelanda,
cuenta
Marcus,
y me dijo 'he es- cuchado vuestro nuevo disco en Internet y es fantástico'. Yo no entendía nada. ¡Aún no se lo había mandado!
También hay fans que se inventan críticas, como el responsable del blog Angryrobot, que publicó un comentario tema a tema del disco absolutamente inventado al que respondieron con sus posts otros fans que destaparon el pastel e incluso un impersonator de Marcus Eoin que le decía cara a cara a Angryrobot que su crítica era falsa.
Pero no era yo,
asegura
Marcus.
No sólo nos falsifican los discos, itambién nuestras identidades!
. Muchos fans de Boards Of Canada creen firmemente que existe un maxi del 2002 titulado "Lavender trapezoids", pero eso que circula por Soulseek es, en realidad, un EP del productor IDM inglés CiM. Y así hasta el infinito. Pero si en algo se demuestra que los fans más fans de Boards están mal de la azotea es en los precios que se pueden llegar a pagar por algunos de sus discos. Hace dos meses se puso a subasta en eBay un test pressing en vinilo azul y por una solacara de cuatro canciones de "Geogaddi". Lo subastó un tal 'amtiskaw', y lo compró un tal 'lenapiem' por 215 libras (unos 315 euros).
Conocemos a 'amtiskaw', es un ex empleado de Warp que dejó el trabajo y ahora está montando un negocio, necesita el dinero y por eso se vende todos esos discos raros. Pero él no es el problema,
dice
Michael Sandison entre risas.
El problema es el loco que paga más de 200 libras por un trozo de plástico azul.
Un tipo que, hace poco, y sin pestañear, se gastó 70 libras en el primer maxi de Jega y 120 en el primero de Bola, ambos editados por Skam, el sello en el que se dieron a conocer Boards Of Canada tras ser fichados por Autechre. Sí, hay fans que están muy mal o es que les sobra el dinero. O es que Boards Of Canada son tan grandes que no hay más remedio que enloquecer por ellos.
Translated text
TRANSLATED TEXT
Scans
References